POSGRADOS
Un profesor de periodoncia fue a la Antártida a través de la UAI: "fue como aterrizar en Marte"
Martín Migliardi es profesor de la Especialización de Periodoncia de UAI desde hace varios años, donde trabaja en la parte clínica y la práctica de los estudiantes. Acaba de volver de una experiencia gratificante y que siempre soñó: fue a trabajar a la Antártida. "Realmente, si no te dicen dónde estás, parece que te bajaron en Marte. Es increíble", destacó.
En teoría, Martín iba a ir una semana a realizar trabajo odontológico a la Base Marambio gracias a un convenio de la UAI, pero se quedó más de 40 días debido a sus ganas de seguir allí y también por las inclemencias del clima.
Respecto a cómo se le dio esta oportunidad, contó que la directora de la especialización, Dra. María Inés Brusca, les habló en un grupo de WhatsApp de docentes sobre esta posibilidad. "Inmediatamente le dije que me anote. Yo una vez había averiguado para ir, pero medio que si no sos multimillonario y no pagás uno de esos cruceros europeos... es imposible. Yo siempre había tenido esa fantasía de conocer”, relató.
Según contó, fue a una entrevista en septiembre del año pasado y luego no lo volvieron a llamar. “Pensé que se había cancelado todo, pero en diciembre me llegó un mensaje y me mandaron a hacer un montón de estudios. Me dijeron ‘el 26 de diciembre te vas’. Ecografía de abdomen de corazón, de sangre, orina. De todo. Muy chequeado”, detalló.
Al principio iba casi 10 días desde el 27 de diciembre al 6 de enero, pero se terminó quedando mucho más. “Un poco por voluntad propia y otro porque el tema de volverte de ahí es complejo, ya que tiene que estar el clima para que pueda bajar el avión. La experiencia para mí no fue buena… ¡Fue espectacular!", destacó emocionado.
¿Tenías algo preparado cuando te confirmaron el viaje en diciembre? No, fue medio sobre la fecha y salí rápido. Tuve 15 días para pedirme todos los turnos, hacerme todos los estudios, acomodar la agenda, "patear" los turnos que había dado. El tema es que pensé que me iba 10 días nomás. Lo primero que me dijeron en la Antártida: 'Vos sabés cuándo vas, pero no cuándo volvés'. Me dijeron que, si tenía fecha para volver el seis, que me programé recién para el 15 por las dudas, por el tema del clima.
¿Qué fuiste a hacer allá? Por lo que había hablado antes de ir era para hacer atención odontológica, formar parte de sanidad y brindar ese servicio. Esa era la función. Si bien hay médicos de la UAI que van a hibernar (mirar AQUÍ MÁS DETALLES de esto último). En Marambio, los militares que van a hacer el recambio lo hacen desde noviembre, por lo que estaban recién llegados. Antes de viajar los chequean médica y odontológicamente muy exhaustivamente. En el ámbito odontológico hice cuatro cosas en los 40 días, pero allá nadie está sin trabajar. No te das una idea lo que pasé el trapo y limpié esos 40 días. No te imaginás lo que limpié, hice de todo, porque allí nadie está sin trabajar.
¿Y esos cuatro trabajos odontológicos fueron complicados? Cosas muy sencillas. Además, está muy limitado lo que hay en Marambio para atender. Hay un equipo de rayos, pero no hay gabinete para revelar las radiografías, de las pinzas para extracciones de las 10 había 3. Los odontólogos usamos un espejo, una pinza y el explorador, que es el "ganchito". De esos había 15 espejos, cinco pinzas y dos exploradores... Entonces, uno no sirve de nada sin los otros. Está medio limitado. Se pudo resolver lo que había que resolver, pero medio escueto.
¿Con qué te encontraste en la Antártida? ¿Qué te sorprendió? Yo fui al Palomar, te llevan en un avión Hércules a Río Gallegos y ahí esperás lo que ellos llaman "la ventana climática", que es el momento en el que pueda bajar el avión. Marambio tiene pista de tierra y no hay ningún tipo de instrumento como radares, por lo que se baja a vista. Si el clima no está despejado, no se puede bajar. Lo primero cuando bajás es que parece otro planeta. Literal. Parece que te bajaron en Marte. Después, hay dos cosas que son las que más me sorprendieron. Una es el silencio, porque hay no animales, no hay plantas, bichos ni nada... Entonces, los pocos días que no hay viento, no hay ruido a nada. Literalmente parece que estás sordo del silencio. No se escucha nada. Lo otro que me sorprendió es el aire, como que es liviano, nada que ver con el de acá. Marambio es una meseta en la que estás a 200 metros de altura y a cuatro kilómetros de la playa, pero obviamente ves el mar. La base da al mar, y ese mar todos los días cambia. Puede ser que un día esté lleno de icebergs enormes, mañana que sean chiquitos, que otro día no haya tantos... Todos los días que salí, es como que el paisaje cambió. Otra cosa que me sorprendió es que, cuando llegué en ningún momento se hacía de noche. El sol baja por el horizonte, atardece a las 11 y media de la noche, pero sigue la claridad, y al toque vuelve a salir. En ningún momento había oscuridad. Ahora cuando me volví sí había algo de oscuridad, pero en año nuevo, por ejemplo, todo el día fue de día.
Los que van en julio les pasa al revés, ¿no? Exacto. De hecho, al estar ahí valorás mucho el trabajo de quienes van a pasar un año. Marambio es un pasillo muy largo, de 60 u 80 metros de la casa principal y que le van saliendo módulos. Vos tenés que convivir algunos días con 90 o 180 personas. Quizás hay dos o tres días de tormenta y te ves la cara con todos, todo el tiempo. Se transforma en un Gran Hermano bajo cero. Lo que debe ser eso cuando se quedan todo el año, siendo todo el día de noche. Una locura. En invierno hacen 50 grados bajo cero y 200 kilómetros por hora de viento, entonces se pasan semanas adentro sin salir.
¿Cómo está la especialización en Periodoncia? Obviamente que es un programa competitivo y muy completo. Hoy, de las ciencias de la odontología, la periodoncia es la que está más actualizada. Es de las que más investiga, más publica y eso hizo que el nivel mundial de la periodoncia levante. Obviamente, levantando el nivel mundial, levantás los posgrados. Tiene mucha parte clínica y eso es muy importante para lo nuestro.
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