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José Balmaceda

¿Qué le recomendaría a alguien que está por comenzar la carrera de kinesiología?

Que realmente esté convencido de lo que desea estudiar. La kinesiología es una profesión hermosa y extensamente abarcativa, pero uno tiene que poseer una cierta vocación e interés por ayudar a los demás. Desgraciadamente, en nuestro país no hay un reconocimiento de los trabajadores de la salud, y esto no solo en kinesio, es en todos los órdenes; por eso la vocación y la pasión por lo que se hace es lo que la termina haciendo gratificante.

¿Cómo fue su primera experiencia laboral?

El primer trabajo fue en Newell’s y es inolvidable desde lo que representa todo inicio de actividad profesional: un ámbito deseado, al lado de un referente laboral (ex profesor en ese entonces; amigo y compañero de la vida hoy, 10 años después), educativo desde lo aleccionador; la terrible mezcla entre personalidad e ímpetu de recién graduado me jugo más en contra que a favor. Por suerte tuve la claridad de saber bajarme a tiempo y apostar a otra perspectiva: decidí dejar la marquesina del fútbol por algo que me ayudara a desarrollarme profesionalmente. Creo que uno tiene que aprender a ver mas allá de lo que se tiene delante su propia nariz.

¿Cómo surge su desempeño en la docencia?

A partir de la invitación del actual director de carrera de la Sede Rosario, el Dr. Daniel Airasca, otro amigo al que le adeudo lo más importante que se le puede deber a alguien: su confianza. Mas allá de ya tener formación docente, yo sólo llevaba 2 años de graduado en la kinesiología y me convocó para hacerme cargo de la asignatura kinesiología deportiva, creyó en mi y apostó, no es fácil apostar de esa manera para alguien en un cargo como el suyo y con un proyecto relativamente nuevo como era la carrera entonces (el nombre UAI llevaba sólo tres años en la ciudad). Creo que el tiempo le dio la razón, hoy se lo reconoce por todo lo que realmente vale, como dije antes, es un gran amigo y sabe de mi incondicionalidad hacia él; más allá que nunca se garantiza nada cuando a uno le abren una puerta y depende de uno quedarse adentro del lugar que le prestan, Daniel me abrió una puerta importante y sé que le costó el esfuerzo, por eso la incondicionalidad y por eso la dedicación. Tal vez no se entienda demasiado, pero nunca el esfuerzo de dedicación son suficientes para demostrar y demostrarle que no estaba equivocado.

¿Cómo aconseja que debe ser el trato profesional-paciente?

El paciente no necesita mucho para recuperarse, y no me refiero a los conocimientos, eso se da por entendido, me refiero más específicamente al trato: debe ser esencialmente humano, hay que saber escuchar y ver, hay que aprender a ponerse en el lugar del otro, pero con la suficiente distancia para no perder objetividad. Si uno le consigue demostrar al paciente el compromiso con su problema y su ser, pero con la suficiente objetividad para pensar profesionalmente, es muy difícil que un tratamiento no llegue a un final exitoso. Compromiso humano y objetividad profesional, ese seria el mejor consejo. No es fácil, pero es posible.  

¿Qué sintió con su regreso a Newell´s?

Satisfacción, placer, algún miedo por ahí perdido, ya que enfrento la creación de algo que no solo no es frecuente en la kinesiología o en la salud en general (fomentar y aplicar mecanismos preventivos), sino que además no es frecuente en el deporte de nuestra ciudad. La investigación no es un ámbito que se destaque en nuestra profesión, por eso el desafío, pero mas allá de los temores, me siento seguro, sé que el equipo de trabajo que hemos formado (somos 7 profesionales en el club) va a lograr lo que se planteó como objetivo básico: jerarquizar la profesión aportando y aportándonos a nosotros mismos.

¿Cuál es su punto fuerte dentro de la kinesiología?

Desde mi propia forma de verlo, la pasión por lo que hago… que el resto lo digan los pacientes.

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